Comienza el suspenso con el choque de la noticia inesperada. El narrador se posiciona como aquel que le impresiona lo ocurrido, y con el que no puede creer que se hayan difundido tan rápido las novedades. Así Poe empieza a crear tensión al lector desde el principio: provocar el querer saber lo que pasó.
Para empezar a relatar los hechos, el narrador se posiciona en la historia. Su afición por el ocultismo, específicamente el hipnotismo; recrea un ambiente tétrico, y más cuando dice «jamás se había hipnotizado a nadie in articulo mortis». Para poder realizar sus experimentos, el narrador recurre a presentar el personaje protagónico de la historia a contar. Poe utiliza entonces descripciones claves para recrear un personaje interesante y misterioso: académico, extraordinaria delgadez, con violento contraste en sus cabellos, temperamento muy nervioso, tuberculoso (a punto de morir); etcétera.
Ya terminada la precisa descripción, el narrador supone que este enfermo era la presa perfecta para su trabajo. Incluso el señor Valdemar estaba de acuerdo con su trabajo conformándolo por medio de una carta. Pero Poe no se desplaza en la historia del narrador, sino que brinca al momento justo en el que el tuberculoso está apunto de morir. Esta era la circunstancia esperada desde el principio del relato por parte del narrador. ¿Ahora que pasaría? No podríamos brincar a los nuevos hechos sin antes citar la terrible descripción que hace el escritor, para recrear una imagen repugnante del personaje enfermo:
Recibí el billete media hora después de escrito, y quince minutos más tarde estaba en el dormitorio del moribundo. No le había visto en los últimos diez días y me aterró la espantosa alteración que se había producido en tan breve intervalo. Su rostro tenía un color plomizo, no había el menor brillo en los ojos y, tan terrible era su delgadez, que la piel se había abierto en los pómulos. Expectoraba continuamente y el pulso era casi imperceptible. Conservaba no obstante una notable claridad mental, y cierta fuerza. Me habló con toda claridad, tomó algunos calmantes sin ayuda ajena y, en el momento de entrar en su habitación, le encontré escribiendo unas notas en una libreta. Se mantenía sentado en el lecho con ayuda de varias almohadas, y estaban a su lado los doctores D… y E..
Poe recurre a crear más tensión añadiendo el juego con el tiempo, y con las circunstancias dadas:
«Ambos facultativos opinaban que Valdemar moriría hacia la medianoche del día siguiente (un domingo). Eran ahora las siete de la tarde del sábado. […] Aplacé, por tanto, el experimento hasta las ocho de la noche del día siguiente, cuando la llegada de un estudiante de medicina de mi conocimiento (el señor Theodore L…l) me libró de toda preocupación. Mi intención inicial había sido la de esperar a los médicos, pero me vi obligado a proceder, primeramente por los urgentes pedidos de Valdemar y luego por mi propia convicción de que no había un minuto que perder, ya que con toda evidencia el fin se acercaba rápidamente.
El narrador logra llegar al climax de la historia produciendo el estado de hipnosis a Valdemar. Que era lo que todo lector esperaba que ocurriera. Ahora solo faltaba ver cómo este reaccionaría. Después de ver que todo trabajaba con normalidad, que Valdemar respondía a los trabajos y preguntas que le hacía el hipnotizador, el autor del cuento no puede dejar esto tan tranquilo.
Comienza a explicarnos que el cuerpo empezó a tener unos cambios desprovistos, logrando una gran conmoción en los presentes en la habitación. Lo curioso es que Poe sabe que es muy fuerte lo que nos está describiendo y toma una pausa. El respiro de la historia lo da el narrador estando consiente de que lo que está contando no es para nada sereno, pero que debe continuar; y que la montaña rusa deberá seguir subiendo.
Valdemar está muerto, pero habla. Esto es totalmente escalofriante para los presentes, dejando al estudiante desmayado y a los enfermeros corriendo hacia la salida. El estado en el que Valdemar estuvo duró unos siete meses; pero Poe nos dice que de todo lo que nos contó no es lo más importante, que eso llegará ahora, en la última página. Valdemar «se deshizo… se pudrió entre mis manos«.
Allan Poe desde el título nos posiciona en un lugar, donde el lector debe estar consiente de que todo lo que leerá será «real-verdadero». Luego al empezar el cuento con que el suceso ha pasado por boca de todos, deja a todos en la incógnita de seguir sabiendo lo que pasa. Poe describe todo sin tener que tomar riendas a otros conflictos, sino que siempre va encaminado a contar la historia principal. Alimenta el ambiente misterioso con palabras y descripciones muy detalladas y específicas, añadiendo a esto nociones de tiempo y espacio. Finalmente, el autor termina el relato justo como dijo que lo haría desde el principio: con la verdadera sorpresa que conmovió a las personas.
Video: El misterio en Poe: “La verdad sobre el caso del señor Valdemar”
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Allan Poe, Edgar. «La verdad sobre el caso del señor Valdemar». Ciudad Seva: casa digital del escritor Luis López Nieves. [Traducción Julio Cotázar]. Red cibernética. http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/poe/la_verdad_sobre_el_caso_del_senor_valdemar.htm
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