En los cuentos los animales han caracterizado papeles protagónicos a lo largo de la historia. No podríamos imaginarnos el contar una narrativa a los niños sin tener que usar personajes como estos, ya que en parte perdería su sentido entretenido. Ben Almocafa, en el prólogo del Calila e Dimna, nos describe el porqué de los animales en los cuentos:
«Et posieron ejemplos e semejanzas en la arte que alcanzaron e llegaron por alongamiento de nuestras vidas e por largos pensamientos e por largo estudio; e demandaron cosas para sacar de aquí lo que quisieron con palabras apuestas e con razones sanas e firmes; et posieron e compararon los más destos ejemplos a las bestias salvajes e a las aves.
E ayuntáronseles para esto tres cosas buenas: la primera, que los fallaran usados en razonar, e trobáronlos, según lo que se usaban, para decir encobiertamente lo que querían, et por afirmar buenas razones; e la segunda es, que lo fallaron por buena manera con los entendidos por que les crezca el sabor en aquello que les mostraron de la filosofía cuando en ella pensaban e conocían su entender; la tercera es, que los fallaron por juglaría a los discípulos e a los niños» (1).
Los animales, más que meros seres existenciales, son las figuraciones perfectas para encarnar las personificaciones humanas de manera didáctica. Ellos representan el rol del alter ego ante nuestras situaciones políticas, filosóficas, caóticas, etcétera. Entonces, sabiendo que los animales, en su principio fueron los protagonistas de los cuentos tradicionales, ¿cómo se representan ante el cuento literario? El texto de «Informe para una academia» de Franz Kafka, muestra identificar parte del porqué de la interrogante.
El cuento es un informe escrito por un simio explicando el porqué de su conversión a «humano». Este debe rendir a la academia un informe por su respectiva evolución. El mono nos relata que desde su captura, decide copiar el lenguaje corporal y oral de los hombres; ya que teme perder su vida. Esto lo hace sin dejar a un lado la visión desagradable que tiene hacia ellos, y sin ningún otro provecho que el de sobrevivir (característica animal). El mono aprendió a fumar, a beber, a incorporar posturas, e incluso a hablar. Las personas con las que estaba se impresionaban de las habilidades, que en tan poco tiempo, este animal pudo copiar. Pero Kafka nunca nos posiciona dentro del cerebro de algún humano, sino que lo poco que conocemos de las emociones de estos otros seres es gracias a las perspectivas del simio.
Es curioso que el escritor tome al animal-simio como personaje principal. Pero más interesante es la profundidad psicológica que contiene, hasta el punto de nosotros poder leer su informe. Creer que un animal solo tiene la capacidad para tomar decisiones rápidas sin razonar es una blasfemia para este mono. Él, a diferencia de las personas en el barco, tenía una idea clara, sobrevivir. Los humanos fueron, los que sin importancia, le quitaron el rumbo habitual de su vida para complacer sus propios intereses. Podríamos incluso decir que hay un intercambio de roles. Desde el principio el mono se muestra ante la academia como un ser civilizado que puede explicarle a los «intelectuales» la situación con la que se ha topado: una gran masa de seres no pensantes-salvajes-incivilizados que han provocado su evolución. Siempre teniendo en cuenta que ha perdido su libertad, y que en tan poco tiempo (cinco años) se le puede igualar a ellos; llegando al punto de reflejar a los humanos como monos.
Kafka lo ha logrado otra vez. Nos presenta un ser diferente ante una masa contraria a él, y cómo este reflexiona. A su vez, cómo la sociedad actúa frente a eso. Mas no me extrañaría que el animal escogido (mono) también cuente con un peso simbólico. Tenemos claro que parte de las teorías evolutivas parten de este animal para explicar los cambios sobre la transformación humana. ¿Será que para Kafka los animales tienen mejor sentido de libertad que para los mismos seres humanos? ¿Habría que transformar el hombre (metamorfosis) para que se de cuenta del mundo en el que vive?
Se podría decir que en el cuento literario el animal ha pasado de ser personaje ha ser un símbolo. Comienza con un rol de representar al humano, en su naturaleza más natural, pero de manera superficial; y que a medida que la literatura va cambiando, esta presentación, al igual que la misma especie humana, se complica y tiende a cuestionarse de su existencia.
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(1) Ben Almocafa, Abdalla. «Prólogo». Calila y Dimna. Ciudad Seva: casa digital del escritor Luis López Nieves. Red cibernética.
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