Muchos procesos, un producto

por Deddie Almodóvar Ojeda

 

“La disciplina en el arte supone una lucha fundamental para entenderse a uno mismo
y al mismo tiempo entender lo que uno está dibujando.”
-Henry Moore
“No tengas miedo de la perfección, nunca la alcanzarás.”
-Salvador Dalí

Mi autoestudio corporal y escénico, en este trimestre del 2018, en la Universidad de Puerto Rico y fuera de esta, lo identifico con el tema de la pérdida del miedo a ser grande en escena. Me refiero al atreverme a hacer lo que se necesita hacer, para lograr esa tan aclamada “verdad” escénica. Ese fue mi mayor reto. Por ejemplo, si deseaba representar una buena actuación, me dedicaba a organizar ensayos, practicaba técnicas para concentrarme, intentaba estar lo más presente en escena, evitando pensar en mi vida personal mientras era un personaje; localizaba focos, aclaraba las intenciones, dialogaba con mis compañeros de escena, discutía nuevas propuestas, etcétera. Esta vez me lancé al abismo de vivirme, sin temor, lo que hago en el escenario y sin lugar a duda, he tenido frutos.

En tiempos anteriores, mientras me encontraba aprendiendo y entrenando en diferentes técnicas, puedo decir que hubo muchas ocasiones en donde me hallaba más veces arrepintiéndome de lo que no había logrado escena, que el tomar lo aprendido y seguir trabajándolo para poder subir en la escala de mi nivel personal-artístico. No es malo ponerse metas personales dentro del trabajo, al contrario, nos ayuda. Algo bueno que comprendí en esta última sección de estudio dentro la universidad, fue el darme cuenta de que no está incorrecto ponerse estándares personales en cuanto a la labor artística, pues para eso uno trabaja, para que el público se lleve una gran experiencia en el teatro y para que yo, dentro de todo, también lo disfrute.

Por no haber vivido la práctica completa, dentro de los anteriores procesos creativos, sea por la razón que sea, como, por ejemplo, mi complejo de no atreverme a resaltar sobre los demás, ya que siempre he creído que mis compañeros deben ser esos entes más importantes que yo dentro del desarrollo artístico, lograba sentirme como fantasma. Incluso llegué a sentir, muchas veces, que mi arte no era bueno, ni que valía la pena. No obstante, el trabajo de todos es imprescindible para todos. La profesora Viveca Vázquez me enseñó que todo movimiento corporal hay que dejarlo ser y no elaborarlo a medias, porque no se siente ni se ve real. Esta filosofía fue parte de la que seguí para llegar al producto final en todas las obras de las que fue partícipe. Este trimestre me dije: lo voy a hacer mejor que nunca o no hago nada. Ya se acabó el tiempo de efectuar el trabajo a medias. Me gradúo, por fin, es mi última oportunidad para demostrar cómo puedo desbordarme haciendo lo que amo hacer. Yo soy parte de mis compañeros y ellos de mí, hay que darlo todo, para recibirlo todo. El arte es un trabajo en equipo y hay que desarrollar el compromiso desde partes iguales, si no, se notará un producto incompleto e irreal. Hay que disfrutarlo.

De marzo a junio participé de varios entrenamientos y producciones teatrales. Investigué para el programa de Iniciativas de investigación en actividad creativa subgraduada (IINAS), junto a la profesora María Collazo y un elenco interesado en la práctica, sobre “El cuerpo del actor y la experimentación grotowskiana”. Donde se pone en acción la teoría actoral que propone Jerzy Grotowski en cuanto al método de las acciones físicas y la búsqueda del actor consigo mismo, para lograr una mejor comprensión de la relación de nosotros con y sin el personaje dentro de la escena. También se estudió las técnicas de Thomas Richards y Yoshi Oida, junto a la visión de la mentora y de nuestras propias técnicas antes aprendidas, elaborando, finalmente, una pieza creativa con los ejercicios hechos en el laboratorio, titulada Repetición.

También continué mi entrenamiento actoral con el profesor y director Heriberto Feliciano, elaborando la pieza “Los Nieto”, bajo el concepto de la dramaturgia actoral, ya antes trabajada por el colectivo La Bicicleta. La misma requería que todos los días se efectuara un intenso calentamiento corporal y vocal, para siempre estar alertas en las improvisaciones, y de una constante investigación personal y universal, sobre los temas de la familia y la muerte. En este proceso volvimos a replantearnos qué es la actuación y cómo podemos hacerla nuestra en el escenario. Repasamos la escucha, la atención, la concentración, las posturas, el tránsito, las reacciones, etcétera. La pieza fue excelentemente recibida por el público y eso me llenó de mucha satisfacción, porque fue un proceso arduo del cual todos le sumamos mucho tiempo y esmero. Incluso, el colectivo tomó la iniciativa de oficializarse como compañía independiente y pondrá, de nuevo en escena, esta última producción. La misma estará presentándose del 6 al 9 de diciembre en el teatro Victoria Espinosa, Santurce. Enhorabuena.

Por otro plano, me entrené con tres de mis artistas puertorriqueñas preferidas, Teresa Hernández, Jaqueline Duprey y Viveca Vázquez. Con Teresa Hernández pude aprender a elaborar una propuesta de creación “unipersonal” en base a mis inquietudes personal-artísticas. Trabajé el tema de qué es la condición humana y cómo se pierde, si es que se pierde, mediante sucesos insensibles de la sociedad, tales como la guerra, el trabajo, la política corrupta, los crímenes, etcétera. Ha sido un proceso muy difícil, pero bastante completo en cuanto a cómo debo saber encaminarme según lo que quiero crear desde la investigación. Aún tengo la propuesta bajo proceso porque me gustaría presentarla más adelante.

Con la profesora Jaqueline Duprey conocí el método Lessac, donde se trabajó la voz y los resonantes naturales del cuerpo, ganando una mejor proyección de esta. Este taller me funcionó para con mis otras producciones teatrales del trimestre, ya que hacía un tiempo consideraba que uno de mis mayores conflictos era el manejo de la voz en el escenario. Con estos calentamientos pude desprenderme de esa preocupación y ahora, honestamente, lo ejercito casi todos las mananas, logrando así un mayor avance. Me siento más completa.

En cuanto a mi manejo corporal, desde que tomé la primera parte del curso “Danza contemporánea para actores I”, ha cambiado. Estoy más consiente de la postura, de mi esqueleto y el de todos los demás. Me paso observando los cuerpos de las personas todo el tiempo. Intenté, en medida de lo posible, verificar si estaba alineada y balanceada, en cuanto a cómo acomodaba el peso del cuerpo, mientras pasaba el tiempo para coger la segunda parte del curso.  Hacía mucho cardio, tenía una dieta balanceada y estiraba lo requerido para sentirme preparada.

Cuando comenzó la segunda parte del mismo, este trimestre, la profesora verificó en qué condiciones teníamos nuestro alineamiento corporal. Veía si lo habíamos perdido o si aun entrenábamos nuestros instrumentos de trabajo. Según estimulo, la profesora Vázquez sentía que solo había pocos “problemas” entre los cuerpos de los movedores. A veces nos corregía las posturas, pero eran más las veces en que se quedaba observando cómo manejábamos nuestros cuerpos, dentro de las improvisaciones, que otra cosa. Claro que nunca faltaron las correcciones, pero al principio eran mínimas.

De las cosas que aprecio de este curso es el constante recuerdo de vincularme, como espectadora, a procesos creativos de otros artistas. Visitamos la exposición de arte de José R. Alicea, de la cual nos inspiramos para hacer unas frases de movimiento para con la pieza “Rictus”. También usamos movimientos sugestionados bajo las técnicas del cuerpo obtenidas en los talleres de las artistas Karen Languevin y Alejandra Martorell.

Se nos mandó a investigar sobre el término rictus para comprender el sentido de lo que estaríamos trabajando bajo la coreografía “Rictus” de Viveca Vázquez. Encontramos que es un gesto que denota malicia, misterio, maldad y confusión. Esto lo pusimos en contexto con los problemas actuales de desbalance político en la isla y lo representamos en escena.

Trabajamos cambios de dirección y peso. Tenemos que tener en cuenta no cerrar la cadera ni los brazos. He tenido que volver a repasar las fotos y dibujos del esqueleto para lograrlo. A lo más que le he sacado provecho es al estar trabajando un foco visual especifico y el de ganar un nivel nuevo de concentración mediante la conciencia corporal. Me di cuenta, además, que posicionarme al frente del salón me ayudaba a perder el prejuicio corporal que tenía cuando veía a los demás. Aunque me gusta observar a los demás compañeros haciendo los ejercicios; así entendía todas las variantes del esqueleto según sus posturas.

Muchas veces en la clase se nos recordaba que nuestro arte o proceso creativo siempre venía acompañado de un ente precario, así sea desde las condiciones físicas del espacio o del país, y que iba sumándose al estatus de como estuviésemos trabajando, en cuanto a energía, ese el día. Aunque siempre la profesora intentaba motivarnos y educarnos en cuanto al propósito de echarle ganas al trabajo. Todo fue muy interesante, bueno y funcional.

No puedo dejar a un lado los otros proyectos artísticos que llenaron mi corazón y el de los espectadores este trimestre. Me refiero a la creación y seguida presentación del colectivo teatral Descaradxs, del cual soy parte, junto a mis colegas Génesis J. Ayuso y Emmanuel Claudio López. El mismo plantea la condición del puertorriqueño actual, después del pasado huracán María, mediante el uso de máscaras y escenarios sociales. También hablo de la estrenada y bien recibida revista digital teatral Falso Mutis, que junto a mi hermana y compañera del arte Janilka Romero, abrimos para hacer accesible la información del teatro puertorriqueño e internacional actual, presentando nueva dramaturgia, entrevistas a teatreros, reseñas y demás.

Finalmente, cumplí y amé cantar música autóctona puertorriqueña con el Conjunto Criollo de la Universidad de Puerto Rico y escribí una micro-obra de teatro, titulada “Sobresalto”, para con la iniciativa de Espacios Incomodos gestada por Thais González.

“Muchos procesos y un producto” así titulo mi trimestre. Todas estas experiencias me ayudaron a comprender que para otra ocasión no me meto en tantas cosas a la vez, porque la mente la tenía dividida en mil cosas y aunque se consolidara todo en una sola obra, que era el salir de mi convencionalismo fantasmagórico artístico, pude fluir hacia adelante aun con muchas tareas acumuladas. No obstante, gané lo que quería, vivir la escena. Viví como si fuera la última vez, utilizando técnicas y métodos, más la vida misma. Todo para disfrutarlo y hacerlo fructífero para mi y mis compañeros. Gracias a todos los que fueron parte de mi crecimiento como artista este, y todos los años de estudio dentro de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Ahora, a seguir gestionando y trabajando para ser feliz.

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