Por Deddie Almodóvar Ojeda
20 de agosto del 2020, panel Estado de Emergencia: Hablemos de Violencia de Género, convocado por Teatro Público
Quiero agradecer a Voces del Sur (periódico en línea de Ponce, PR) por ponerme al día con el caso de mi hermana, por el tiempo que invierten en la investigación y letras, también a sus investigadores por dejarnos saber de la cruel noticia. También solidarizo con mis hermanes artistas al llamado del Estado de Emergencia, por la alza en los casos de violencia de género, entre otras agresiones innecesarias. Abrazo infinitamente a Raquel Vázquez y a todo el equipo presente, por sentarnos a hablar de nuestras vulnerabilidades y fuerzas. A todes, sigamos deconstruyendo el ser para desarrollar un mejor humano. A mi familia e investigadores, seguimos en marcha.
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Prendo velas blancas y siento aires de energía cuando recuerdo a mi hermana. He recibido todo tipo de abrazos, desde que la mataron. Sollozo en silencio su partida. Hoy día -a madrugadas- recuerdo jugar juntas y hacer teatro. Ese ser humano me enseñó a amar la creatividad de lxs demás, aun cuando (yo) vivía ensimismada. Qué bueno que todavía conservo su risa.
Valerie Ann Almodóvar Ojeda nació el 10 de agosto del 1995 y murió el 17 de diciembre. Fue gestora cultural, maestra, musa, teatrera, chef, servidora, comunicadora radial y de tv, escribía poemas eróticos (que aún espero volver a leer, pero la pequeña libreta está perdida junto al polvo de las bolsas negras de basura); y todo eso a sus 23 años de edad. Actualmente, me atrevo a decir, que el machismo la descarnó, pero sigue más viva que nunca, porque como dice la canción, ¨Somos las nietas de todas las brujas que nunca pudieron quemar¨; y trascendemos.
No quiero aborrecerles con tanta sangre, cuchillazos, bolsas negras y barrancos… Las noticias con fotos de Valerie, usando la última ropa que vestía ese día, no encierran toda la violencia que vivió. Sí, nos criamos en un mismo hogar- de igual valores, pero al parecer, habían otros factores que nos hacían diferentes. Siempre creí que Valerie sufría de una baja autoestima y que por eso siempre se arraizó a seres humanos que le hechizaran con palabras bonitas e intelectuales, drogas y falsa ¨libertad¨.
Su exnovio, Andy -como ella le llamaba- le maltrató psicológica y físicamente. Recuerdo que estando en San Germán, mami y yo salimos una la noche corriendo hacia el Menonita de Caguas, porque él le reventó la puerta contra sus dedos. La causa: ella había tomado su teléfono y no se lo quería devolver. También recuerdo llegar al Hospital Panamericano de Cabo Rojo, porque recibimos una llamada diciendo que ha Valerie le habían internado sin el consentimiento de la familia; aún desconocemos la razón científica. Estuvo 20 días, cuando salió, era irreconocible, estaba más flaca que nunca. Le pregunté qué le había ocurrido, y ella me contestó: ¨El sólo me quiere para limpiar la casa y que le cocine. Yo hice huelga.¨ Entonces entendí que ella era una guerrera, pues siempre me decía ¨Deddie, la familia de Andy se burla de mi profesión. Les enseñaré que esto cambia vidas.¨
Valerie fue aconsejada a salir de su relación tóxica todos los días de su vida, mas insistía en que ella lograría transformar la sociedad que le repugnaba.
Valerie fue degollada, transportada y tirada en tierra baldía. La razón se desconoce. La persona acusada niega los actos y no sabemos quién es.
Ella es ejemplo de un alma amazónica, retirada por el feminicidio. ¨Ese mismo año (2018), 23 familias de puertorriqueñxs sufrieron la misma pérdida (mismo número en la edad de su fallecimiento), por violencia de género¨.
Nuestra relación con la justicia es silenciosa. Nos enteramos de los eventos judiciales y sus procesos solo por la prensa -específicamente de Voces del Sur, porque nadie más cubre la nota.
¿Cómo esto afecta nuestra salud mental? Aún esperamos a que falle la ciencia y que Valerie llegue a nuestra casa. Nos levantamos del sueño desvelados -llorando- porque nos siguen matando, y a casi dos años de su entierro, no se sabe el porqué de tales actos. Queremos vivir en paz. Queremos enseñar a les demás a vivir en paz, pero el silencio de la justicia sigue cegando asesinos.
En suma, me cuestiono todos los días, qué quiere la humanidad dejar escrito a sus próximas generaciones, ¿Qué no somos capaces de una sana convivencia y comunicación? ¿Qué el mundo cíclico lo gobiernan les ignorantes del amor y la paz?
En tiempos pandémicos el encierro es la nueva orden del día. Y al gobierno se le ha olvidado ofrecer tratamientos psicológicos y de educación a la sociedad, por tanto, convive el odio en muchos hogares y nos siguen matando. Exijo que nos escuchen. Mas también agradezco que siempre me he siento acompañada por muchas otras personas de buen corazón, que apalabran desigualdades sociales y hacen la justicia.
Solidaridad y salud para todxs.