por Deddie Almodóvar Ojeda
Mientras cortaba clase después ir a ayudar a las empleadas de comedor a repartir comida, me encontré, sorpresivamente, con misis Sánchez:
-¡Maestra, pero ¿usted no estaba muerta?!
-Hola, Deddie, sí. Santa Teresa me revivió y aquí estoy.
Nos abrazamos tan fuerte que al despertar mi tristeza se había ido volando.
Esa misma tarde, después de haberle contado a mi pareja sobre el asunto, visitamos un pueblo nuevo. Nos encantan las aventuras. Nos estacionamos, sin querer, frente a la Funeraria Santa Teresa. Nos dimos cuenta y nos cuestionamos si había un mensaje escondido tras esto.
Dos horas después ocurre un incendio frente a ese mismo lugar. Pobre cafetería peñolana. Lo vimos todo y escuchamos todo. Una señora en bata nos dice:
-Ay, ese fuego nos va a joder más. Aquí todos sufrimos de asma.
Le miro justo al hoyo negro de la iris y le digo -Curioso, ¿será por las cenizas que depositan más abajo los troces?
Su cuerpo en pausa y silencio lo dijo todo. Se fue corriendo a ver cómo los bomberos y seres de la comunidad apagaban las llamas, sin despedirse.
«Nosotros estamos siempre donde ocurren los los accidentes», comentó finalmente mi pareja después de encender el carro y haber decidido que era tiempo de regresar.
Llegamos a casa y me puse a soñar de nuevo.
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