por Deddie Almodóvar Ojeda
Aquí les detallo un breve resumen sobre algunas lecturas teorícas literarias, específicamente del género cuento:
Breve historia del cuento por Díaz Rodríguez
Díaz Rogríguez intenta posicionarnos en tiempo contextual del origen y evolución del cuento. Pero el cuento no tiene una fecha exacta de nacimiento, así que nos mueve a su primer dato, las colecciones orientales. Esto no quiere decir que sean los primeros escritos, pero son los más antiguos que se hayan a la mano. El Pantchatantra y Las mil y una noche son colecciones de cuentos, relatos, fábulas, moralejas fantásticas que fueron reconocidas, traducidas y difundidas como parte de la cultura popular/tradicional.
Luego nos habla de series medievales. Aquí tenemos los famosos espejos de príncipes. Esta literatura se escribía para demostrarle a los jóvenes nobles algunos consejos sobre cómo salir airoso en la vida política, y privada. Entre ellos tenemos al Disciplina clericalis de Pedro Alfonso, Calila e Dimna relato oriental mandado a traducir por Alfonso X; y Sendebar también traducido pero por Fadrique.
Brincamos al siglo 14, pero esta vez con los cuentistas más reconocidos. Sí, desde ahora ya hay conciencia o tenemos información sobre escritores. El primero es el famoso Don Juan Manuel, creador de la obra literaria El Conde Lucanor. Esta obra cuenta con una serie de cuentos entrelazados a una historia general: el joven Lucanor le pide consejo a su compañero Patronio y este le contesta con cuentos y moralejas. Lo interesante es que los próximos dos autores a mencionar también usan la técnica de una historia base para relatar otros cuentos. Giovani Bocaccio aprovecha relatar historias mientras huye tras busca de refugio por la peste en Florencia; El Decamerón. La diferencia radica en que estos cuentos sólo están escritos para divertir, y no moralizar. Finalmente tenemos a Geoffrey Chaucer y sus Cuentos de Cantenbury. Un grupo de peregrinos relatan historias mientras caminan hacia un sepulcro. El propósito de estos escritores era el de exaltar literariamente su lengua y mostrar el dominio que tenían con la misma para crear arte.
Díaz prosigue con la mención de autores reconocidos del Renacimiento (Mateo Bandello, Margarita de Navarra, Juan de Timodeda); luego con el siglo 17 (Charles Perrault, Cerevantes); siglo 18 (Felix María Samaniego); hasta llegar por fin al siglo 19.
El siglo 19 es muy importante para el género del cuento y la teoría literaria, ya que es aquí donde se empiezan a reconocer los mismos como cuerpos de estudio. Los académicos se lanzan a buscar todo aquello que pueda representar ideológicamente a su nación, y se topan con estos relatos tradicionales; que luego los tomarán como base para hacer sus propios escritos. En Alemania tenemos a Ernest Hoffman y los hermanos Grimm; en Dinamarca a Hans Christian Andersen; en Francia Guy de Maupassant, Prosper Merimée, Bardey D´Aurevilly, entre otros. También se reconocen en Inglaterra a Charles Dickens, Oscar Wilde, Robert Louis y Rudyard Kipling; en Rusia tenemos a Chéjov; en España a Juan Valera, Adolfo Bécquer, Pardo Bazán, Leopoldo Alas «Clarín», entre otros. No podríamos continuar sin antes mencionar que el movimiento también estaba creciendo al otro lado del mundo. En norteamérica tenemos a Herman Melville, Washington Irving, y Edgar Allan Poe (entre muchos más). Edgar Allan Poe es importante en este escenario, ya que según Julio Cortázar, con él nace el cuento contemporáneo.
Ahora en el siglo XX el género se consolida, tiene mayor demanda y es apoderado por algunos. En España se reconoce la generación del 98. Escritores que utilizan el mismo para representar la posguerra. En los Estados Unidos se apoda el short-story, y en hispanoamérica lo encuentran como el mejor modelo de expresión social-política-nacional.
Díaz no se despide sin antes hacernos una distinción entre el cuento tradicional y el literario. El cuento popular pertenece al folclore y al saber tradicional del pueblo. Algunas de sus características son: origen oral, es anónimo, personajes esquemáticos (son o muy buenos o muy malos), narración lineal, un solo conflicto, entre otras. Su propósito consiste en entretener, emocionar, distraer y sobre todo enseñar. El cuento literario aún conserva la síntesis, y la brevedad, pero la diferencia radica en que ahora existe un creador-autor; no hay propósitos didácticos, los personajes tienen profundidad psicológica, finales abiertos o cerrados, narraciones no necesariamente lineales, y no pueden ser modificados.
Idea y poética del cuento por Francisco Rico
Rico también nos quiere presentar las diferencias que se encuentran entre el cuento tradicional y el cuento literario, a excepción de Díaz, éste nos habla sobre los posibles finales (abiertos o cerrados) que se puede hallar en los cuentos literarios.
Comienza contando la definición de cuento tradicional que muestra Poe en sus ensayos: debe ser breve, con capacidad de recontar oralmente, rápido de recordar, escrito en prosa, debe tener una narración lineal y cerrada; y destacar sólo una historia (conflicto).
En cuanto al cuento literario, Francisco Rico nos dice: puede contener trama abierta, pinta fragmentos de la vida cotidiana o privada del autor, hay mayor acceso a la vida de los personajes, tenemos una visión más amplia del paisaje. También se empieza a teorizar sobre el estilo, cualidades de elocución, el tono, la retórica, y la propia composición.
Rico hace una diferencia entre Poe, Cortázar, Horacio Quiroga, Antonio Muñoz Molina, Unamuno y Chéjov. De Poe enfatiza la brevedad, el ritmo, las palabras exactas, los no adornos, el llegar a los incidentes mediante efectos, y la característica de atrapar al lector desde la primera línea. Horacio Quiroga y Muñoz están en total acuerdo con él, solo que añaden que puede darse el caso de que el estilo de narración pueda contar con una historia dudosa, pero con un final específico.
En cuanto a Cortázar cree que puede haber la posibilidad de belleza o adorno en las oraciones, solo que debe aún existir la brevedad, intensidad, y significación de lo que se cuenta. También cree que no es necesario que el autor cache al lector desde la primera oración. Piensa que lo más importante está en el proceso completo de la lectura.
Ahora entramos al paradigma de los finales. Chéjov y Miguel de Unamuno defienden la posibilidad de crear relatos con finales abiertos. Ya que no importa si hay moraleja o no, lo que debe destacar es la multiplicidad de posibles finales. Su deseo es lograr que el lector también sea partícipe del relato. Sin embargo, Rico nos presenta que los finales cerrados pueden ser también una opción. Estos deben destacar sorpresa, y tener en cuenta la intensidad hasta el final.
«Valorización del cuento». Papeles sobre el cuento español contemporáneo por Mariano Baquero
Baquero trata de definirnos la diferencia entre el cuento y la novela; el cuento y la poesía lírica; y el cuento y la novela corta.
El cuento no debe estar hecho para luego ampliarse y hacerse una novela, como la novela no debe estar redactada como para reducirla y crear un cuento. Baquero cree que los géneros en sí tienen sus características y deben respetarse. El cuento a diferencia de la novela es una síntesis de mundos posibles, una brevedad sumada a la trama y el tono. Mientras que la novela es un espacio amplio que relata condiciones de vida, mundos sociales, representaciones humanas, entre otros grandes temas. Esta cuenta con una aparición infinita de contenido.
La poesía a diferencia del cuento tiene rimas, musicalidad, y estructuras definitivas (verso); pero es interesante como Baquero le encuentra una similitud: la brevedad, el ritmo y la intensidad.
La novela corta también debe ser breve y con una sola representación de conflicto. Lo que varía del cuento es su capacidad de alargar y crear pausas en las emociones. El reto consiste en mantener la emoción y la historia con intensidad.
Cabe mencionar que Baquero nos da un detalle histórico sobre la autonomía del cuento: el periódico. En el siglo 19 la manera más fácil, económica y rápida de publicación era la prensa, así que es por éste medio dónde se empezaron a difundir las modalidades del género.
Teoría y práctica del cuento en los relatos de Cortázar por Carmen de Mora Valcárcel
Carmen de Mora intenta hacer un recorrido teórico desde Poe hasta Cortázar, pasando así entre Quiroga, Bosch, Mastrángelo, Lancelotti, Baquero Goyanes y Brandenberger.
De Poe destaca el pensar de que la lectura es un puente comunicativo entre el autor y el lector. También insiste en la brevedad, y en lo que considera «verdad»= ritmo y efecto. Este ritmo y efecto no puede estar acompañado de belleza, ya sólo la considera apta para la poesía y no para el relato cuento. Éste debe causar unos efectos más intensos. Pero el problema radicaba en que al creer esto Poe se limitaba a utilizar ciertos temas a exponer.
Horacio Quiroga comienza con la teoría cuentística, ya que nunca se hallaron relatos teóricos de Allan Poe. Quiroga nos dice que debe el autor cachar o causar efecto al lector desde la primera oración. También debe tener el arte de detallar. Crear imágenes con economía de palabras. Además parte del efecto debe consistir en que el lector se sienta parte del ambiente.
Juan Bosch cree que lo más importante es la unidad, y ni siquiera toma el tema de la extensión. Enfatiza en que el centro del cuento es la forma y en cómo se presenta en él el hecho: el lector puede saber de ante mano lo que ocurre o viceversa. También nos explica que el tema y la acción son los complementos más importantes porque son los que llevan la historia corriendo; a diferencia de la novela la historia es relatada y presentada por los personajes.
Carlos Mastrángelo tiene una definición de cuento un poco más conceptualizada: debe ser breve, de ciclo acabado (circular), de un argumento esencial, no interrumpir la trama con ideas vagas, no hacer gran mención sobre el tiempo y el espacio; y crear un final imprevisto, sorprendente, natural.
Mario Lancelotti es importante por la creación de los términos: temporalidad y pasado activo. La temporalidad tiene dos vías la del tiempo narrativo (presente, pasado y/o futuro) donde el autor escoge cómo contar los hechos; y la categoría temporal del género. Esta última la explica diciéndo que todo lo que escribe el autor es pasado porque ya lo tuvo en su mente. Que el pasado activo se produce cuando el lector lee aquello que el escritor rescribió de su tintero. El problema está en que él cree que esto sólo se aplica a los cuentos, pero hay teóricos que dicen que esto puede ser producido con cualquier género literario.
Mariano Baquero, como ya hemos relatado en el tema anterior, es el teórico que compara y diferencia el cuento de la novela, de la novela corta y de la poesía lírica. También hace mención de la posibilidad de creación de finales abiertos y cerrados.
Erna Brandenberger defiende la idea de que el autor, el tema y el lector están unidos en el proceso de creación y recreación de la obra literaria. Además defiende la posibilidad de que el cuento literario siempre contará con finales abiertos. Esto se debe a que al tener personajes con profundidad psicológica, y el no abundar tanto en su vida personal, nunca sabremos del todo lo que piensa el personaje; que en otras palabras sería: nunca conoceremos el verdadero final.
Julio Cortázar tiene dos visiones teóricas. La primera es aquella en la que cuenta que el género cuento tiene unas consideraciones genéricas, pero no las considera leyes: el cuento siempre tendrá límites. Uno de ellos es la extensión, pero que el mismo será significativo cuando quiebre con algunas de esas limitaciones, como por ejemplo la multiplicidad de temas.
También hace una bella comparación del cuento con la fotografía, y la novela con el cine: La foto puede tener varias lecturas con el poco y limitado uso de imágenes; mientras que el cine es extenso y nos relata una historia con muchos hilos que al final serán expuestos al receptor como el final definitivo.
En cuanto a su segunda visión teórica tenemos su propia experiencia creativa. Habla de la escritura como una manera de narración cerrada, geométrica, esférica. También cree que la narración y la acción van siempre se la mano. Como también defiende la idea de que a la hora en que el autor escribe, el texto deja de ser suyo para que el lector lo tome para él.
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