El género literario cuento, no tiene un origen claro y/o definido, sin embargo siempre se ha trabajado; ya sea desde lo oral o escrito. Dada esta situación, el mismo se empieza a reconocer, con identidad propia, desde que la crítica literaria compendia los relatos tradicionales. He aquí algunas definiciones, arbitradas, sobre cuento:
«[El cuento] no es un producto híbrido ni un género menor. Es sencillamente, la expresión literaria de una época, como la tragedia, la epopeya, o aun la novela, lo ha sido de otras».
– Baquero Goyanes, Mariano. El cuento español en el siglo XIX. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, (1949): 26-27. Red Cibernética.
«Dentro de unos patrones reconocibles – su brevedad, su escaso número de personajes, su constante tensión mantenida desde el principio por un sincretismo mental y lingüístico peculiares – el cuento, como la novela, la poesía, o el drama, muestra múltiples facetas, modalidades varias. Al fin y al cabo, un género no se mantiene idéntico a sí mismo, sino que en su largo o breve caminar, se adapta al gusto de la época, se robustece o adelgaza, según los tiempos. En efecto, el cuento moderno – según Luis Leal – «ha conservado algunas de las características del antiguo cuento (la brevedad, el interés anecdótico), ha desechado otras (la finalidad didáctica o moral), y ha añadido nuevas dimensiones estéticas desconocidas antes del siglo diecinueve, como lo son, entre otras, la elaborada estructura, el impacto emocional y el interés en el tiempo».
-Piglia, Ricardo. “Tesis Sobre El Cuento”. Guaraguao 4.11 (2000): 17–19. Red cibernética.
«El cuento vendría a ser una narración breve en prosa que, por mucho que se apoye en un suceder real, revela siempre la imaginación de un narrador individual. La acción – cuyos agentes son hombres, animales humanizados o cosas animadas – consta de una serie de acontecimientos entretejidos en una trama donde las tensiones y distensiones, graduadas para mantener en suspenso el ánimo del lector, terminan por resolverse en un desenlace estéticamente satisfactorio».
– Anderson Imbert, Enrique. El cuento español. Buenos Aires: Editorial Columba, 1969. Red cibernética.
«Es preciso llegar a tener una idea viva de lo que es el cuento, y eso es siempre difícil en la medida en que las ideas tienden a lo abstracto, a desvitalizar su contenido, mientras que a su vez la vida rechaza angustiada ese lazo que quiere echarle la conceptuación pura para fijarla y categorizaria. Pero si no tenemos una idea viva de lo que es el cuento habremos perdido el tiempo, porque un cuento en última instancia se mueve en ese plano del hombre donde la vida y la expresión escrita de esa vida libran una batalla fraternal, si se me permite el término; y el resultado de esa batalla es el cuento mismo, una síntesis viviente, a la vez que una vida sintetizada, algo así como un temblor de agua dentro de un cristal, una fugacidad en una permanencia. Sólo con imágenes se puede transmitir esa alquimia secreta que explica la profunda resonancia que un gran cuento tiene en nosotros».
– Cortázar, Julio. «Algunos aspectos del cuento.» La casilla de los Moretti. Ed. Julio Ortega. Barcelona: Tusquets Editor, (1973): 134-35. Red cibernética.
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